Salió una nota mía en
El Ángel de
Reforma sobre Londres (obvio, relacionada con el cierre de las Olimpiadas). Acá va el principio.
Solemos llevarnos las grandes ciudades en dosis
pequeñas. Conservarlas mediante impresiones y recuerdos: instantáneas de
los sentidos y la memoria que con frecuencia se parecen a las postales o
a las breves inscripciones sobre la espalda de esas imágenes. A
continuación siguen algunos apuntes londinenses muy básicos, producto de
malgastar algunos años y un par de suelas sobre sus calles.
Mapa del mundo
La rubia Albión es cada vez menos rubia. El melting pot, esa olla
podrida donde se cuecen juntas las etnicidades del mundo a fuego cada
vez más rápido, llegó a Europa mucho después que a Estados Unidos. No
obstante, en la última década la multiculturalidad se ha vuelto una de
las principales características de Londres. Tras los ataques terroristas
del 11 de septiembre a Nueva York, Londres rebasó a Manhattan y sus
alrededores en la cantidad de extranjeros que recibía, volviéndose el
principal polo migratorio del planeta. A la vez, los británicos tienden a
escapar de la metrópolis en cuanto pueden, buscando poblaciones más
tranquilas y el verdor de la campiña inglesa.
La suma de ambas tendencias da como resultado que actualmente más de una
tercera parte de la población londinense haya nacido en el extranjero.
Según The Economist, los extranjeros derraman cada año 23 mil millones
de dólares en esta ciudad, lo que contribuye a subsidiar al resto de
Gran Bretaña.