Marcelo Balzaretti
Conocí a Marcelo en un departamento en la colonia del Valle, donde vivía yo entonces y donde realizábamos las reuniones editoriales de la última época de una revista llamada Hotel, Cultura de Paso (antes Lumpen Ilustrado). Marcelo llegó por invitación de Diego Mier y Terán, supongo. Los otros que andaban por ahí eran Diego Sheinbaum, Jorge G. Azaola, Omar Orlaineta, Rodrigo Azaola y tal vez todavía José Javier Díaz Parra.
Marcelo usaba el pelo largo, amarrado en una coleta y unos lentes de pasta descomunales, tal vez blancos, antes de que se pusieran de moda. Fue a la reunión porque incluiríamos unos grabados suyos en la revista, creo que en su penúltimo número. Desde entonces lo recuerdo con una sonrisa constante en la cara, no tenía ni gota de arrogancia (a diferencia de tantos colegas suyos). Una de las pesonas más afables que conocí.
Años después nos topamos en una posada que organizó Sol Henaro, una amiga en común con una calidez semejante a la de Marcelo Balzaretti. La cola de caballo y los lentes de Marcelo habían quedaron en el pasado. Pero seguía siendo igual de afable. Por esas mismas épocas lo vi en el centro por accidente, en Casa Vecina, cuando la dirigía Toño Barquet o Toño Calera, y había una instalación sonora suya. Era un murmullo de gente cuchicheando que callaba cuando uno se acercaba, como si hablaran justo de uno o como si les interrumpiera en medio de un chisme fuerte.
Luego nos tocó ser becarios del FONCA en 2007. Convivimos en los encuentros. Él tenía un proyecto muy simpático en que entintaba directamente peces y moluscos, una técnica japonesa, para usarlos como sello o placa de grabado. Aquí, en un blog abandonado hace tiempo, se pueden ver algunos de los resultados.
Poco después, gracias a su generosidad, tuve la fortuna de que se usaran algunos de sus moluscos entintados para la portada de un libro de cuentos mío que salió en Tierra Adentro. La pongo aquí abajo, porque el resultado me sigue pareciendo muy bueno.
No tengo más que decir. Hoy casi por accidente me enteré de que Marcleo murió el domingo pasado. Y no quería que su partida se me escapara en silencio. Se nos fue un gran tipo, y un gran artista.
Marcelo usaba el pelo largo, amarrado en una coleta y unos lentes de pasta descomunales, tal vez blancos, antes de que se pusieran de moda. Fue a la reunión porque incluiríamos unos grabados suyos en la revista, creo que en su penúltimo número. Desde entonces lo recuerdo con una sonrisa constante en la cara, no tenía ni gota de arrogancia (a diferencia de tantos colegas suyos). Una de las pesonas más afables que conocí.
Años después nos topamos en una posada que organizó Sol Henaro, una amiga en común con una calidez semejante a la de Marcelo Balzaretti. La cola de caballo y los lentes de Marcelo habían quedaron en el pasado. Pero seguía siendo igual de afable. Por esas mismas épocas lo vi en el centro por accidente, en Casa Vecina, cuando la dirigía Toño Barquet o Toño Calera, y había una instalación sonora suya. Era un murmullo de gente cuchicheando que callaba cuando uno se acercaba, como si hablaran justo de uno o como si les interrumpiera en medio de un chisme fuerte.
Luego nos tocó ser becarios del FONCA en 2007. Convivimos en los encuentros. Él tenía un proyecto muy simpático en que entintaba directamente peces y moluscos, una técnica japonesa, para usarlos como sello o placa de grabado. Aquí, en un blog abandonado hace tiempo, se pueden ver algunos de los resultados.
Poco después, gracias a su generosidad, tuve la fortuna de que se usaran algunos de sus moluscos entintados para la portada de un libro de cuentos mío que salió en Tierra Adentro. La pongo aquí abajo, porque el resultado me sigue pareciendo muy bueno.
No tengo más que decir. Hoy casi por accidente me enteré de que Marcleo murió el domingo pasado. Y no quería que su partida se me escapara en silencio. Se nos fue un gran tipo, y un gran artista.